comentario

Denses harmonies (1993) fue un encargo de la flautista Montserrat Vernet, a quién se la dediqué (estrenándola con el guitarrista David Manzanares).

Diez años después he revisado la partitura en ocasión de la grabación de la obra a cargo de Joan Izquierdo y Roger Raventós (para el CD Lapsus).

Esta composición forma parte de un período en que la repetición formaba parte intrínseca del discurso. En las antípodas de la simetría clásica, la obstinada acumulación de material en esta obra no re-elabora el discurso musical como en el minimalismo reiterativo (explorado en otras obras), sino que alimenta un trayecto marcado a impulsos. El principio de este procedimiento aparecería con la necesidad de repetir una frase, un párrafo, una palabra, para encontrar un significado subjetivo. Como de una transmutación musical del propio pensamiento surgiría esta manera de componer, ligada a un discurso temporal formado por innumerables momentos que no tendrían solución de continuidad sino a través de la ruptura producida por la aparición de nuevos elementos.

En Denses harmonies este peculiar sentido discursivo, estando presente, no aparece siempre de forma clara. Aún con las evidentes repeticiones que se producen, las continuas mutaciones se muestran de una forma menos cruda que en su formato original, las Variacions 89-90, para guitarra, o en obras del mismo período, como el Trio 2, para clarinete, violín y piano.

Jordi Rossinyol, 2004